Puede que esto no guste a nadie. Al final de este discurso, puede que algunos acusen a este periodista de morder la mano que le da de comer y puede que reprochen a la asociación haber dado acogida a ideas subversivas e incluso peligrosas y, sin embargo, el sofisticado entramado de emisoras, agencias de publicidad y patrocinadores permanecerá impasible.
Es mi voluntad y mi deber, hablaros con franqueza a los que integráis este sistema sobre lo que ocurre en la radio y en la televisión. Y si lo que voy a decir trae consecuencias, yo soy el único responsable de esta opinión.
Pasaremos a la Historia por nuestros actos; si dentro de cincuenta o cien años aún quedan historiadores y se han conservado quienescopios de lo emitido en una semana por las tres cadenas, encontrarán registradas en blanco y negro o en color, pruebas de nuestra decadencia, de nuestro escapismo y de nuestro aislamiento de las realidades del mundo en que vivimos.
Somos una sociedad moderna, adinerada y autocomplaciente. Adolecemos de una alergia innata a la información que nos perturba. Los medios son un reflejo de esta situación. Como no dejemos de considerarlos un negocio y no reconozcamos que la televisión está enfocada básicamente a distraernos, engañarnos, entretenernos y aislarnos, la televisión y los que la financian, los que la venden y los que la producen, podrían percatarse del error demasiado tarde.
Buenas noches, y buena suerte.
Me encantaría poder decir que yo mismo he escrito todas estas magníficas palabras, aunque debo conformarme con admitir que simplemente las he transmitido desde esta famosa película que da título a mi entrada. Ignoro, sinceramente, si de verdad el famoso periodista, casi legendario Edward Murrow, pronunció este discurso tal cual o, si simplemente, ha sido llevado al cine de forma que realzara sus palabras hasta adquirir un cariz casi épico. Lamento decir que no he investigado lo suficiente para comprobarlo, no por falta de tiempo ni de recursos, ni mucho menos, sino por mantener esa pequeña duda que deja a mi idolatrado personaje de ficción mezclado con el héroe real que llegó a ser, deteniendo la absurda pero imparable caza de comunistas que se propuso hacer el senador Joseph R. McCarthy en los años cincuenta en EE.UU.
Y ahora es cuando procedo a dar mi humilde opinión.
¿Acaso algo de esto ha cambiado en la actualidad? Está bien, quizá el tema del discurso no coincida, pero, ¿acaso la base en la que se sustentan las palabras del discurso no puede ser aplicada a la actualidad? ¿No somos una generación que, no solo no ha aprendido nada, sino que, además, parece que se haya esforzado fervientemente por volver a repetir los errores? Nuestra generación también podrá tener el dudoso honor de pasar a la Historia por negarse a actuar contra lo que creemos que escapa de nuestro alcance. La televisión ha evolucionado tal y como la describía Murrow. Nos rendimos y, los periodistas, son los primeros responsables de nuestra derrota haciendo justo lo contrario que hizo uno de sus más destacados predecesores. Se han dejado llevar al terreno que los grandes empresarios o diversos hombres de poder querían llegar. Han aparcado la información para admitir sus exigencias.
Aún estamos a tiempo de cambiar, porque el único juez capaz de poner las cosas en orden y realizar las críticas y alabanzas es la Historia. "Pasaremos a la Historia por nuestros actos".
Good night, and good luck.
Álvaro Carretero Román.