martes, 31 de enero de 2012

Good night, and good luck


Puede que esto no guste a nadie. Al final de este discurso, puede que algunos acusen a este periodista de morder la mano que le da de comer y puede que reprochen a la asociación haber dado acogida a ideas subversivas e incluso peligrosas y, sin embargo, el sofisticado entramado de emisoras, agencias de publicidad y patrocinadores permanecerá impasible.
Es mi voluntad y mi deber, hablaros con franqueza a los que integráis este sistema sobre lo que ocurre en la radio y en la televisión. Y si lo que voy a decir trae consecuencias, yo soy el único responsable de esta opinión.
Pasaremos a la Historia por nuestros actos; si dentro de cincuenta o cien años aún quedan historiadores y se han conservado quienescopios de lo emitido en una semana por las tres cadenas, encontrarán registradas en blanco y negro o en color, pruebas de nuestra decadencia, de nuestro escapismo y de nuestro aislamiento de las realidades del mundo en que vivimos.
Somos una sociedad moderna, adinerada y autocomplaciente. Adolecemos de una alergia innata a la información que nos perturba. Los medios son un reflejo de esta situación. Como no dejemos de considerarlos un negocio y no reconozcamos que la televisión está enfocada básicamente a distraernos, engañarnos, entretenernos y aislarnos, la televisión y los que la financian, los que la venden y los que la producen, podrían percatarse del error demasiado tarde.
Buenas noches, y buena suerte.

Me encantaría poder decir que yo mismo he escrito todas estas magníficas palabras, aunque debo conformarme con admitir que simplemente las he transmitido desde esta famosa película que da título a mi entrada. Ignoro, sinceramente, si de verdad el famoso periodista, casi legendario Edward Murrow, pronunció este discurso tal cual o, si simplemente, ha sido llevado al cine de forma que realzara sus palabras hasta adquirir un cariz casi épico. Lamento decir que no he investigado lo suficiente para comprobarlo, no por falta de tiempo ni de recursos, ni mucho menos, sino por mantener esa pequeña duda que deja a mi idolatrado personaje de ficción mezclado con el héroe real que llegó a ser, deteniendo la absurda pero imparable caza de comunistas que se propuso hacer el senador Joseph R. McCarthy en los años cincuenta en EE.UU.


Y ahora es cuando procedo a dar mi humilde opinión.
¿Acaso algo de esto ha cambiado en la actualidad? Está bien, quizá el tema del discurso no coincida, pero, ¿acaso la base en la que se sustentan las palabras del discurso no puede ser aplicada a la actualidad? ¿No somos una generación que, no solo no ha aprendido nada, sino que, además, parece que se haya esforzado fervientemente por volver a repetir los errores? Nuestra generación también podrá tener el dudoso honor de pasar a la Historia por negarse a actuar contra lo que creemos que escapa de nuestro alcance. La televisión ha evolucionado tal y como la describía Murrow. Nos rendimos y, los periodistas, son los primeros responsables de nuestra derrota haciendo justo lo contrario que hizo uno de sus más destacados predecesores. Se han dejado llevar al terreno que los grandes empresarios o diversos hombres de poder querían llegar. Han aparcado la información para admitir sus exigencias.
Aún estamos a tiempo de cambiar, porque el único juez capaz de poner las cosas en orden y realizar las críticas y alabanzas es la Historia. "Pasaremos a la Historia por nuestros actos".
Good night, and good luck.

Álvaro Carretero Román.

viernes, 27 de enero de 2012

¿Un mundo nuevo?

Pedimos cambios a gritos, ponemos el grito en el cielo cuando Megaupload es cerrado, gritamos "¡Revolución!" con cada nueva medida injusta, pretendemos actuar sin mover un dedo ni para cambiar el mando de la televisión cuando vemos todo esto en los informativos.
Somos tan hipócritas que nos ahogamos en nuestro propio ego y en nuestro propio bienestar. Presumimos de cuidar a nuestras familias, hijos, abuelos, hermanos... Pero ¿no son también nuestra familia las generaciones venideras? ¿Qué estamos haciendo por ellos, qué futuro les estamos dejando? Es simple, nuestra herencia será un mundo en semejante crisis de valores éticos y culturales que encontrar una sola persona capaz de pensar por sí misma, lejos del control al que nos estamos sometiendo casi voluntariamente, será utópico.
Dejamos un mundo injusto, pues no hay otra palabra para describir las atrocidades que se siguen permitiendo en un mundo que creemos tan avanzado. Pues bien, para mi, mientras sigan existiendo zonas de pobreza extrema, regiones donde mencionar los derechos humanos son como contar un chiste, multimillonarios que malgastan su dinero limpiándose el culo con él (perdón por el lenguaje vulgar), gobernantes que son tan hipócritas como el pueblo que les vota y miran, primero por su futuro, luego por sus "colegas" de profesión, después por su nación y, si queda espacio, por ese pueblo inútil que les ha otorgado un poder lleno de veneno y corrupción, un poder que apesta a egocentrismo propio. Como para mirar por el resto de países o próximas generaciones ¿no? Que se apañen como puedan, mientras no esté cerca de mi, mientras yo finja que no existe... ¡HIPÓCRITAS!



¿A qué jugamos? Millones de personas han muerto a lo largo de la Historia por defender y conseguir los derechos que hoy ostentamos con un patético orgullo tan poco respetuoso que ni escupiendo sobre las lápidas de todos ellos podríamos ofenderles más. Pero somos tan egocéntricos y cómodos que es demasiado fácil criticar al resto, criticar obviedades y medidas estúpidas en vez de centrarnos en lo que de verdad nos atañe. "España está en crisis", quizá sea la frase más oída en los últimos años. ¿Alguien ha pronunciado alguna vez algo referente a los países de pobreza extrema? Me gustaría ver a todos aquellos que se quejan tanto y son los primeros en pedir cambios, que nunca están conformes, vivir como lo tienen que hacer tantos millones de personas en este mundo tan "moderno". Es despreciable.
Nuestras próximas generaciones nos criticarán, se reirán de nosotros o, peor, nos considerán condenadamente imbéciles, seremos conocidos como la generación más pasiva de la Historia, nos rendimos... simplemente... nos rendimos. Hemos dejado de pensar, hemos dejado de actuar, hemos dejado el poder al primero que pase por delante. Es tan triste que en tantos años de Historia no hayamos aprendido nada... Ninguno de los escasísimos intentos de cambio funciona, todos caen, ninguno tiene el apoyo necesario y, al final, son asociados con grupos de ideas políticas radicales para desprestigiarlos, algo que conlleva su poseterior e irremediable pédirda de influencia hasta su inminente desaparición.Por suerte, África se está levantando, era imposible que aguantara más y, aun así, Europa sigue haciendo oídos sordos y ojos ciegos a los gritos de socorro que retumban en las asambleas y los millones de ojos que siguen mirando suplicantes durante lo largo de los siglos. Algún día se harán demasiado fuertes y, espero, ese día llegue pronto.
Yo, personalmente, me niego a ser estudiado por el resto de la eternidad como uno de los contribuyentes a aumentar semejante desastre. Debemos luchar y, quien siga pensando que esto lo arreglarán otros, que siga sentado con sus pies encima de la mesa mientras ve programas tan "realistas" como Gran Hermano.


Estudio Periodismo porque creo que es la mejor forma de combatir. Por supuesto, no espero cambiar el mundo, no espero hacer nada relevante, pues para ello ya se han encargado de silenciar a demasiadas personas. Eso no quiere decir que me rinda. Ninguno de nosotros vamos a cambiar nada, ninguno vamos a dar un golpe de efecto en el mundo, esas cosas no pasan tan rápido, sería muy ingenuo si lo creyera. No, yo pretendo dejar un legado mayor, mi objetivo es llegar alto, pero no con fines de avaricia (quizá sí ambiciosos, aunque no en el mal sentido de la palabra); mis fines son sembrar una semilla en tantos como sea posible, concienciar de que debemos levantarnos de nuestro cómodo sofá y plantarnos ante semejante despropósito político y general.
Los Medios de Comunicación son el Cuarto Poder, quizá el más importante de todos. La revolución debe empezar aquí, son los medios quienes deben recuperar esa función informadora de verdad, esa función de movilización de la sociedad en vez de ser los sumisos perros falderos de los magnates. Se acabó. Pienso luchar, pienso ser el dedo en la herida de todos cuantos pueda, pienso abrir los ojos a todo aquel que esté dispuesto y, por supuesto, no soy tan pedante como para creerme capacitado y pensar que tengo unos conocimientos demasiado amplios, más al contrario, me considero un completo ignorante en cualquier tema. Pero, eso nunca, nunca me estancaré por creer que ya sé suficiente; por eso estudio, por eso siempre seguiré estudiando e investigando cada cosa que me llame la atención. La educación es un proceso que nunca termina del todo.
Puede, y es lo más seguro, que no consiga nada, que me quede en el camino, que mis propósitos sean tan absurdos como eliminar el fútbol en España... Es lo más seguro, no quiero parecer idiota, entiéndanme. Y, aun así, persiguiendo un imposible, pienso seguirlo aferrado a un clavo ardiente que se resbala entre los dedos sin poder casi sujetarlo. Solo ese pensamiento, solo ese objetivo mantiene vivas mis ansias de seguir estudiando. Quiero un presente injusto sobre el que construir un futuro marcado por la revolución, una revolución que lleve a un futuro más justo y equitativo con todos. Quiero un futuro en el que cualquier persona pueda ser feliz en las mismas condiciones, aunque, por supuesto, a nadie le interesa que este mundo deje de ser así de cruel, cínico, hipócrita e injusto, ¿no?.

Álvaro Carretero Román.



sábado, 7 de enero de 2012

En busca de imposibles


Buscamos mejorar absolutamente en todas las facetas que podemos. Todo nos parece que podría ser mejor si hiciéramos tal o cual cosa, si cambiáramos de esta o de esta otra manera...
Hay quien diría que, en realidad, la filosofía de la vida y lo que hoy día le da sentido es la competición. La competición por ser mejor que otros, por destacar en cualquier cosa, por asumir el reto de estar en un progreso continuo a lo largo de la misma. Se puede pensar que esta filosofía o forma de dar sentido a la existencia es cruel, incluso despiadada, pero cuando Darwin se enfrentó a infinitos problemas al formular su aceptada Teoría de la Selección Natural también nos dimos cuenta que era un teoría donde solo los fuertes sobrevivían.
Pues bien, ¿es que acaso alguien es lo suficientemente idiota como para creer que esta teoría no está aplicada a los seres humanos? Luchamos continuamente entre todos, quizá no como el resto de animales por la supervivencia, ya que nuestros propios medios e inteligencia han llegado a sustituir todas nuestras carencias para convertirse en una extensión de nosotros mismos que nos hacen los seres más temibles del planeta (y los más destructivos, en consecuencia).
Puede que el ser humano haya conseguido tal grado de evolución que alguno podría asimilar a la perfección. Dejando teorías y pensamientos relativos al margen de esto, creo que nuestra lucha de supervivencia se basa en el acercamiento a la perfección.
Aquel que logre ser mejor que los demás, que sobresalga, en consecuencia, a todos ellos y consiga hacerse un hueco en el despiadado mundo laboral (pues todos debemos conseguir un trabajo en esta sociedad para nuestra supervivencia y la de nuestro entorno en muchos casos, lo que en los animales sería el equivalente a cazar), es el que sale vencedor de esa selección natural. Competimos continuamente, nunca nos relajamos, siempre alerta a los posibles competidores y obligados a mantener ese proceso de aprendizaje interminable. Porque si te estancas, te pisan. Si te pisan, pierdes la batalla de selección y tendrás que empezar de nuevo, seguramente no desde el principio, pero los inicios nunca son fáciles. Porque si empiezas, significa que caíste y, no todos se levantan.
Qué quiero decir con todo esto: ansiamos la perfección. La codiciamos como el mayor tesoro nunca imaginado por nadie, convertido en el más ferviente y oculto deseo de cada uno de nosotros, aunque no lo admitamos. La perfección supone ser el mejor en todo, no poder ser alcanzado por ningún otro. Supone la tranquilidad absoluta debido a que no queda nada por mejorar, ningún detalle que perfilar. Todo es perfecto y, en consecuencia, nunca se fallaría.
Somos estúpidos, somos la especie más avanzada y a la vez la más estúpida. Hermosa ironía.
¿De verdad hay algún tarado que crea que se puede alcanzar ese grado de perfección? Simplifiquemos. ¿De verdad hay algún idiota que piense que se puede alcanzar la perfección en una sola actividad o faceta? Es imposible.

La perfección es una utopía quizá no reconocida por una gran parte de las personas, aún creyendo que se puede alcanzar de alguna forma. Es la mayor utopía jamás (e inevitablemente) creada. Si esta selección natural es nuestro sentido de existir, si la competitividad por ser el mejor es nuestro criterio selectivo, si el progreso es la base de la teoría, sería excesivamente cruel decir que la máxima aspiración de un ser humano sea imposible de alcanzar.
En resumen y, como conclusión, diré que perseguimos imposibles, buscamos fantasmas en lugares que creemos encantados. Simplemente hay que dar la vuelta a esta teoría, simplemente hay que cambiar el sentido de la existencia. Si este consiste en competir para ser mejor que el resto, es ley de vida, se compite. Pero si sabemos que no podemos alcanzar tal grado de perfección en nada de lo que hagamos, no lo busquemos en nuestra competición o nos veremos abocados a un final irremediablemente destinado a una caída dolorosa que se producirá con el tiempo. Continuemos aprendiendo, progresando, mejorando hasta en las cosas más simples de nuestra vida, quizá no con el objetivo ya de competir sino, simplemente, de sentirnos gratificados con nosotros mismos y ser un poquito más agradecidos con lo que tenemos. Busquemos ser primero mejores personas, pues es lo primero en lo que deberíamos centrarnos si no fuéramos esa especie tan despiadada y poderosa.
¿Por qué seguimos en busca de la perfección? ¿Por qué seguimos buscando hielo entre el fuego? Realmente somos estúpidos.

Álvaro Carretero Román.

lunes, 2 de enero de 2012

Pensamientos sin sentido


¿Qué puede pasar por la cabeza del resto de personas?
Es algo que me corroe por dentro, querer saber cómo es cada uno de nosotros por dentro, cuáles son los más oscuros u ocultos pensamientos que surcan cada universo interior de quienes me rodean. Saber si serán tan complicados como yo, si les importan ciertas cosas que yo considero vitales, si tienen los mismos principios o si simplemente son tan simples como aparentan algunos, basando su existencia en saber si cierto personaje volverá a entrar en Gran Hermano o si el otro le dijo a Belén Esteban que tiene la nariz deforme. Pero, seamos profundos, de verdad me encantaría saber lo que cada uno de nosotros piensa en su intimidad, no por ser entrometido ni cotilla, ni mucho menos, sino por el simple hecho de querer entender un poquito más el pensamiento humano.
Me resulta tan fascinante cómo todos podemos ser tan sumamente distintos unos de otros y a la vez tan similares, que comprender la esencia del pensamiento de aquellos que más conozco sería poder dar un paso enorme hacia mi objetivo final: mi propio entendimiento.
Nadie ha llegado nunca a conocerme, ni siquiera mi mejor amigo podría decirlo. El pequeño mundo que alberga mi cerebro no es comparable con la persona que da imagen al mismo. Las inquietudes rondan mi cabeza durante las horas muertas, durante la noche antes de acostarme, donde como dijo Rayden (un rapero) "cuando todos duermen, algo se enciende dentro de mi, la mente es un torrente de ideas que quieren salir, fluir...". Es en esos momentos cuando alcanzo mi lucidez y mi plenitud de pensamiento, cuando me siento un auténtico prodigio (exagerando, por supuesto) dentro de mis capacidades, cuando pretendo conocer todo lo que me rodea, intentar explicarme las infinitas preguntas sobre cualquier tema, cualquier cosa.
Por supuesto, no es momento ni lugar para mostrar mis propias inquietudes, pues para mi son demasiado personales y tétricas algunas de ellas como para irlas vitoreando alegremente. No, mis preocupaciones se quedarán conmigo, porque son las que me hacen ser la persona que soy, sentirme único y diferente, las que me hacen realizar cada acción que hago a diario. La única que estoy exponiendo es esa fascinación por lo desconocido, por lo imposible, por querer conocer esas inquietudes ocultas que quitan el sueño a cada uno de nosotros, que nos hacen ser independientes y diferentes del resto, que nos caracterizan, pues son estas las que de verdad marcan el carácter y la forma de ser de cada uno de nosotros.

Es por eso que me gustaría saber cuántos coincidirían en gran parte conmigo, cuántos podría considerar interesantes o, por el contrario, cuántos diría que su fuerte no es el pensamiento.
La psicología me atrae, me embauca y me pierde en mundos imaginarios que no se si alguna otra cabeza es capaz de crear o imaginar. Cómo cada persona es un ser unido al mundo e independiente del mismo en su propio mundo interior. Cómo cada uno de nosotros ocultamos lo más profundo de nuestro ser como si de un tesoro se tratase, al que nadie puede acceder y protegiéndolo con tanto ahínco que parece que la llave que lo abre quedara perdida y olvidada en un mar desconocido en cualquier parte de los confines del mundo y solo cuando lo necesitamos acudimos a buscarla y lo abrimos en soledad, para contemplarlo y pensar nosotros mismos, para recordar quiénes somos. Para nuestro propio deleite. Para volver a sentirnos únicos enfrascados en ese mundo interior desconocido por la sociedad que nos rodea.

Álvaro Carretero Román