Exactamente, no sé como comenzar esta entrada, si soy sincero. Tendemos a considerar a nuestros profesores como enemigos, como personas (si es que llegamos a entender que también son personas) que están ahí puestas con el fin de hacérnoslas "pasar putas" a lo largo del curso soltando sus "rollazos" interminables durante las clases, poniendo exámenes que te lleven a la extenuación y un temario de estudio tan amplio que al mismísimo Platón le explotaría la cabeza. ¡Cuánto nos equivocamos!
Por supuesto, nos podemos encontrar de todo, desde el mayor de los incompetentes y el rey de la desidia y la vagancia, hasta quien ofrece gran parte de su tiempo para ayudar a sus alumnos, quien sacrifica horas rompiéndose la cabeza para facilitarnos las cosas o quien te embelesa simplemente dando una clase.
No voy a hablar de mi profesor más que lo necesario y, de hecho, prefiero no decir su nombre, porque si alguien tiene la suerte de coincidir con él en una clase, no tendrá ya una idea preconcebida. En su defensa, he de decir que seguramente sea el mejor profesor que me he encontrado y me voy a encontrar, ya no solo por cómo desempeña su trabajo, sino porque ha conseguido lo imposible en el sistema educativo actual: que en una clase de más de 100 personas, acabemos todos comentando sus clases, reflexionando y abriendo los ojos ante la realidad que vivimos.
Gracias a sus clases he podido sacar algunos de los artículos mejor estructurados que he escrito aquí, porque por primera vez, aprendía algo con ganas, algo que me valía en mi futuro y mi presente... estaba poniendo forma y palabras comprobadas científicamente a mis pensamientos. Pero no es eso lo que me ha llevado a escribir mi entrada.
En realidad, creo que es mi obligación reconocerle el mérito de alguna manera (y no solo con el aplauso de casi 1 minuto que le dimos todos durante la última clase), porque la gran mayoría de mis compañeros ha escrito en sus respectivos blogs, redes sociales o cualquier medio con el que comunicar masivamente, las lecciones de nuestro profesor. Nadie ha quedado indiferente, nadie ha podido resistir la tentación de comentar y apoyar sus teorías. Y, no solo eso, ha conseguido, sin proponérnoslo a nosotros directamente siquiera, que investiguemos por nuestra cuenta, simplemente, por nuestra propia curiosidad. Es fantástico, simplemente, fantástico. Ha conseguido que cada uno de nosotros nos interesemos y formáramos nuestra propia concepción solo con sus "rollazos" de clase, algo que ningún otro profesor (la mayoría presionándonos a ello), ha conseguido. Me quito el sombrero.
He leído cada uno de los artículos que mis compañeros han escrito por todos lados y han difundido en sus redes sociales (y son muchos, muchísimos) a lo largo de los cuatro meses que hemos dado clase con él. Pero, especialmente, los últimos, cuando ha ofrecido todo tipo de datos de las estadísticas más fiables que se pueden encontrar en los mejores organismos del mundo acerca de la crisis actual, han sido los que más calado parecen haber tenido entre nosotros. Yo no voy dar esos datos, ni siquiera les voy a hacer una mayor referencia a esta, porque para mi son más importantes las ideas que me ha sabido transmitir que unos simples números.
Para mi, lo más fascinante, es haber conseguido que cada uno de una forma, cada uno a su manera, estemos escribiendo, hablando o leyendo sobre sus clases. ¿Quién puede conseguir hoy día semejante utopía si no tiene un nombre conocido en cualquier ámbito? ¿Qué persona anónima tendría la osadía de convertirse en el foco de artículos y más artículos que resumen su pensamiento y sus clases? Simplemente eso, ya es suficiente mérito como para que seamos capaces de entender el mérito inmenso y el reconocimiento que se ha ganado de cada uno de los alumnos de esta clase de periodismo.
"Habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades... Habíamos gastado mucho... Yo, la verdad, no me he enterado". Esta es una de sus frases insignia, una de las que te cala hondo.
Hoy, simplemente quería dar las gracias de una manera distinta a quien ha propuesto clases alternativas y se ha preocupado de que no seamos los peleles que pretenden formar en las universidades, a quien ha transmitido todos los conocimientos que ha sido capaz en escasos cuatro meses y ha conseguido que hoy por hoy, todos estemos estudiando, quizá por primera vez, con gusto un examen. Sinceramente, no tengo miedo de suspender, aunque sé que no lo haré, porque si pudiera, al año que viene volvería a cualquiera de sus clases sin pensármelo para seguir APRENDIENDO, que es lo que parece que se le ha olvidado hacer a este sistema educativo.
Porque eso, es impagable. Así que solo me queda una cosa que decir... Gracias, por no ser simplemente un profesor más para nosotros y por enseñarnos de verdad, porque hoy no hablo solo por mi.
Álvaro Carretero Román
Por supuesto, nos podemos encontrar de todo, desde el mayor de los incompetentes y el rey de la desidia y la vagancia, hasta quien ofrece gran parte de su tiempo para ayudar a sus alumnos, quien sacrifica horas rompiéndose la cabeza para facilitarnos las cosas o quien te embelesa simplemente dando una clase.
No voy a hablar de mi profesor más que lo necesario y, de hecho, prefiero no decir su nombre, porque si alguien tiene la suerte de coincidir con él en una clase, no tendrá ya una idea preconcebida. En su defensa, he de decir que seguramente sea el mejor profesor que me he encontrado y me voy a encontrar, ya no solo por cómo desempeña su trabajo, sino porque ha conseguido lo imposible en el sistema educativo actual: que en una clase de más de 100 personas, acabemos todos comentando sus clases, reflexionando y abriendo los ojos ante la realidad que vivimos.
Gracias a sus clases he podido sacar algunos de los artículos mejor estructurados que he escrito aquí, porque por primera vez, aprendía algo con ganas, algo que me valía en mi futuro y mi presente... estaba poniendo forma y palabras comprobadas científicamente a mis pensamientos. Pero no es eso lo que me ha llevado a escribir mi entrada.
En realidad, creo que es mi obligación reconocerle el mérito de alguna manera (y no solo con el aplauso de casi 1 minuto que le dimos todos durante la última clase), porque la gran mayoría de mis compañeros ha escrito en sus respectivos blogs, redes sociales o cualquier medio con el que comunicar masivamente, las lecciones de nuestro profesor. Nadie ha quedado indiferente, nadie ha podido resistir la tentación de comentar y apoyar sus teorías. Y, no solo eso, ha conseguido, sin proponérnoslo a nosotros directamente siquiera, que investiguemos por nuestra cuenta, simplemente, por nuestra propia curiosidad. Es fantástico, simplemente, fantástico. Ha conseguido que cada uno de nosotros nos interesemos y formáramos nuestra propia concepción solo con sus "rollazos" de clase, algo que ningún otro profesor (la mayoría presionándonos a ello), ha conseguido. Me quito el sombrero.
He leído cada uno de los artículos que mis compañeros han escrito por todos lados y han difundido en sus redes sociales (y son muchos, muchísimos) a lo largo de los cuatro meses que hemos dado clase con él. Pero, especialmente, los últimos, cuando ha ofrecido todo tipo de datos de las estadísticas más fiables que se pueden encontrar en los mejores organismos del mundo acerca de la crisis actual, han sido los que más calado parecen haber tenido entre nosotros. Yo no voy dar esos datos, ni siquiera les voy a hacer una mayor referencia a esta, porque para mi son más importantes las ideas que me ha sabido transmitir que unos simples números.
Para mi, lo más fascinante, es haber conseguido que cada uno de una forma, cada uno a su manera, estemos escribiendo, hablando o leyendo sobre sus clases. ¿Quién puede conseguir hoy día semejante utopía si no tiene un nombre conocido en cualquier ámbito? ¿Qué persona anónima tendría la osadía de convertirse en el foco de artículos y más artículos que resumen su pensamiento y sus clases? Simplemente eso, ya es suficiente mérito como para que seamos capaces de entender el mérito inmenso y el reconocimiento que se ha ganado de cada uno de los alumnos de esta clase de periodismo.
"Habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades... Habíamos gastado mucho... Yo, la verdad, no me he enterado". Esta es una de sus frases insignia, una de las que te cala hondo.
Hoy, simplemente quería dar las gracias de una manera distinta a quien ha propuesto clases alternativas y se ha preocupado de que no seamos los peleles que pretenden formar en las universidades, a quien ha transmitido todos los conocimientos que ha sido capaz en escasos cuatro meses y ha conseguido que hoy por hoy, todos estemos estudiando, quizá por primera vez, con gusto un examen. Sinceramente, no tengo miedo de suspender, aunque sé que no lo haré, porque si pudiera, al año que viene volvería a cualquiera de sus clases sin pensármelo para seguir APRENDIENDO, que es lo que parece que se le ha olvidado hacer a este sistema educativo.
Porque eso, es impagable. Así que solo me queda una cosa que decir... Gracias, por no ser simplemente un profesor más para nosotros y por enseñarnos de verdad, porque hoy no hablo solo por mi.
Álvaro Carretero Román