Una vez más, hay que descubrir que uno de los grandes "hitos" de la Historia, es toda una farsa. Nixon no hizo un uso ilegítimo de sus poderes como presidente, sino que intentó saltarse las directrices que le mandaban quienes realmente controlan los gobiernos, instituciones como el Club Bildelberg, el CFR (Council of Foreign Relations) e, incluso, el famoso Instituto Tavistock. Todos ellos, se propusieron eliminar a un Nixon que empezaba a salir de sus esferas de control, tal como hicieran el sha de Persia, Aldo Moro o Ali Bhutto (los tres asesinados).
Según fuentes presentes en las reuniones de Bildergerg durante la década de 1970, el papel del Washington Post consistiría en mantener la atención sobre Nixon con una "revelación" después de otra, creando los factores propicios para engendrar un clima de desconfianza pública hacia el presidente, aun cuando las evidencias fueran totalmente infundadas. El caso Watergate, muestra el inmenso poder que tiene la prensa o los que controlan los medios de comunicación, es decir, el CFR, dirigido por Rockefeller y demás multimillonarios pertenecientes a diversas organizaciones que abogan por la globalización completa. La fabricada crisis del Watergate, acribilló a la presidencia y todas sus instituciones, solo con el objetivo de la formación del Nuevo Orden Mundial. Unos EE.UU. fuertes e independientes con un Jefe de Estado incorruptible habrían hecho irrealizables sus planes.
Algunos de los traidores y conspirantes del Watergante fueron Molton H. Halperin, miembro del CFR y director del Consejo de Planificación Política para la Seguridad Nacional; Daniel Ellsberg, autor de los papeles del Pentágono y David Young, jefe de los famosos "fontaneros" del Gobierno, agentes que trabajaban para la Unidad de Investigaciones Especiales de la Casa Blanca, dirigida por Kissinger con dinero del Pennzoil de Bush. Tras hacerse público el escándalo, Nixon fue obligado a dimitir por causa de unas grabaciones en las que hablaba de frustrar las investigaciones del Watergate. Fue Young quien hizo las grabaciones que fueron reveladas por Butterworth, el vínculo de la Casa Blanca con el servicio secreto dirigido por Kissinger. También James McCord, ex agente de la CIA y el FBI, director de Seguridad del Comité para la Reelección del presidente Nixon, fue responsable de dejar, accidentalmente, la famosa cinta magnetofónica en una puerta del edificio Watergate para que fuera encontrada por un guardia de seguridad.
McCord fue detenido junto con otros cuatro hombres y fueron condenados por seis cargos diferentes. Más tarde, escribiría una carta a John J. Sirica, juez del caso, en la que afirmaba que había cometido perjurio. Las alegaciones de McCord de que la Casa Blanca sabía del allanamiento y que intentó esconderlo, fueron cruciales para que las investigaciones siguiesen adelante. También Joseph Califano, consejero legal de la Convención Nacional Demócrata y uno de los lacayos de la reina de Inglaterra, así como del profesor Noam Chomsky, del Instituto de Estudios Políticos, el cual es diseñado por el Instituto Tavistock, tuvo la misión de extender los ideales del socialismo nihilista de izquierdas como movimiento base en EE.UU. para crear el caos y el malestar.
El Watergate demuestra, de nuevo, que el Club Bilderberg ejerce un control total sobre EE.UU. Faltan dos nombres más en la lista de conspiradores, quienes hicieron estallar el caso Watergate siendo sus principales artífices. El primero es el general Alexander Haig, quien ha tenido una carrera meteórica, ascendiendo puestos sin haber llegado siquiera a un campo de guerra, solo gracias a los servicios prestados a ese gobierno paralelo e invisible. Haig fue encontrado por Califano, quien también había entrevistado a Alfred Baldwin, otro de los espías del Watergate, un mes antes del allanamiento del hotel. La clave para demostrar que el Watergate fue una farsa, la ofrece el propio Califano en un memorándum que escribió sobre su entrevista con Baldwin, donde proporcionaba información sobre McCord, otro de los espías, y por qué este había seleccionado a Baldwin para entrar en el equipo. Además, también contenía todos los detalles sobre las transcripciones de las grabaciones entre Nixon y el comité de reelección, todo ello antes de que ocurriese el allanamiento. Califano nunca ha sido acusado por ello.
En 1983, se conocieron algunos manuales secretos del Instituto Tavistock fueron filtrados. En ellos se detallaba la metodología usada para destruir al presidente Nixon. El procedimiento consistía en aislar a Nixon, rodearlo de traidores y después confundirlo, siguiendo así al pie de la letra el método Tavistock para obetener el control sobre una persona diseñado por el doctor Kurt Lewin. La caída del presidente Nixon solo es un caso "de manual" de la metodología de Lewin. La descripción literal decía: "Una de las principales técnicas para romper la moral a través de una estrategia de terror consiste en mantener a la persona confusa acerca de lo que quiere y lo que puede esperar de las circunstancias. Además, si se le aplican medidas disciplinarias severas y promesas de buen trato al mismo tiempo, junto con noticias contradictorias, la estructura cognitiva de la situación se vuelve todavía más confusa. El sujeto ya no sabe qué plan lo lleva hacia su objetivo o cuál lo aleja de él. Bajo estas condiciones, incluso las personas con unos objetivos muy definidos y dispuestas a correr riesgos, se paralizan por los conflictos internos que sufren acerca de lo que se debe hacer."
Así de exitosas eran las tácticas de terror y lavado de cerebro del Tavistock y así se pudo eliminar a todo un presidente de los EE.UU. Además, los estadounidenses empezaron a creer todas las mentiras, distorsiones y pruebas falsas de los conspiradores cuando, de hecho, el Watergate fue una mentira diabólica de principio a fin. Nixon y sus dos ayudantes más cercanos, Halderman y Ehrlichman, ignoraban absolutamente lo que estaba sucediendo. No eran rivales a la altura de la fuerza combinada del Club Bilderberg, el RIIA y el Instituto Tavistock, bajo la dirección del M16 (aparato de Inteligencia que protege a la familia real británica que cuenta con un presupuesto secreto y sobre el cual, el Parlamento no tiene jurisdicción). Ambos asesores de Nixon se vieron superados. Ni siquiera sabían que Young estaba trabajando "en los sótanos" de la Casa Blanca supervisando las filtraciones.
La confesión de McCord al juez Sirica, debería haber advertido a Nixon de que lo estaban atacando desde dentro. Pero un confundido y paralizado Nixon respondió perfectamente al plan trazado por el Tavistock para romper la moral de una persona siguiendo una estrategia de terror. El general Haig, al que se le dio un curso rápido en el Tavistock, jugó un papel fundamental en la estrategia de confusión y lavado de cerebro del presidente Nixon y, en efecto, fue Kissinger quien dirigió la Casa Blanca durante ese período. El "valiente" reportaje del Washington Post, no fue más que una completa mentira preparada por as fuerzas del Nuevo Orden Mundial. La legendaria fuente "Garganta Profunda", no era sino el mismo Haig. Al equipo de periodistas Woodward y Bernstein, miembros del CFR, les fueron dando toda la información que publicaban. No hubo ninguna investigación ni ningún encuentro secreto. El Washington Post, un importante miembro del comité director del Club Bilderberg y del Comité de los 300, presionaron a Nixon siguiendo a pies juntillas el manual del Instituto Tavistock.
Por la insistencia del RIIA, Haig se hizo con el control del gobierno de EE.UU., la Casa Blanca, después del golde de estado de abril de 1973. Haig colocó en los cien puestos más importantes de Washington a hombres del Instituto Brookings, del Institute of Policy Studies y del CFR, quienes, como él mismo, estaban a las órdenes de un poder extranjero, es decir, a las órdenes de aquellos que habían impuesto los intereses del orden mundial global sobre los de los Estados Unidos de América. La humillación de Nixon fue una lección y una advertencia para el futuro presidente de EE.UU., para que se le quitase de la cabeza que podía desafiar al Gobierno Mundial en la sombra. Kennedy fue brutalmente asesinado "por la misma razón, a la vista de todo el pueblo norteamericano". El propósito de la humillación quedó mucho más claro en el episodio de los Papeles del Pentágono y la subsiguiente designación de Schlesinger (en la comisión de la energía atómica), dentro de la Administración Nixon con el objetivo de detener el desarrollo de la energía atómica. Todo ello eran factores claves para la desindustrialización de Estados Unidos, tal y como planeaban el Club Bilderberg y el Comité de los 300. El desarrollo de este tipo de energía podía acabar con la hegemonía del petróleo y la creencia de el fin y la lucha por los recursos, dejando de ser un recurso las crisis económicas provocadas por estos grupos a su antojo, tal como la de 1991 y la actual.
En la primavera de 1970, William McDermott, del FBI, fue a ver al principal encargado de la seguridad de Rand (el instituto de lavado de cerebro de EE.UU.), Richard Best, para advertirle de que Daniel Ellsberg había, aparentemente, sacado de Rand estudios sobre Vietnam que esta institución había llevado a cabo. En posteriores encuentros con el doctor Henry Rowan, director del Rand (y mejor amigo de Ellsberg, dato desconocido entonces), este les dijo a Best y McDermott que estaba en marcha una investigación del Departamento de Defensa y que por ello recomendaba que el FBI dejase de investigar a Ellsberg. De hecho, no hubo ninguna investigación y Ellsberg continuó copiando documentos hasta que estalló el asunto de los Papeles del Pentágono, golpeando duramente a la Administración Nixon.
El segundo traidor era, por supuesto, Henry Kissinger, consejero de Seguridad Nacional de Nixon. A mediados de la década de 1970, el Club había colocado a Kissinger en la dirección de un pequeño grupo compuesto por James Schlesinger, Alexander Haig y Daniel Ellsberg. Cooperaba con este grupo el Instituto de Estudios Políticos, con Noam Chomsky como principal teórico. Los objetivos de este Instituto vienen dictados por la Mesa Redonda británica y el Instituto Tavistock. Como ya se ha dicho, su principal cometido era crear una izquierda que supusiera un movimiento de base para engendrar conflictos y extender al caos, expandir los "ideales" del socialismo nihilista... y convertirse en el gran "azote" del orden gubernamental y político de EE.UU.como factores claves en su desindustrialización a través de la estrategia del crecimiento cero postindustrial. Cuando Kissinger fue colocado como Consejero de Seguridad Nacional, se puso en marcha junto con Ellsberg y Haig el plan del RIIA de utilizar el Watergate para derrocar a Nixon, quien había desobedecido instrucciones directas del gobierno en la sombra.
En otras palabras, Nixon declaró públicamente que no apoyaba el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), lo cual enfureció a David Rockefeller, una de las principales cabezas pensantes y dominantes.
El GATT se acabaría mostrando más tarde como una auténtica erosión de la soberanía nacional de Estados Unidos y se halla en el proceso de crear una destrucción total social, económica y cultural, tal y como el millonario y miembro del Parlamento Europeo sir James Goldsmith (quien murió repentinamente y no se sabe si de casualidad, o no, tras testificar ante el Comité del Senado de EE.UU.). Es decir, Nixon consiguió mantener la independencia de los países firmantes al no ratificar el tratado. La conspiración llegaba hasta tal punto, que Kissinger y su personal recibían de parte de la RIIA (sociedad secreta que controla la política exterior británica), cualquier información antes que el propio presidente. Incluso, la información sobre la Quinta División del FBI, la más secreta, a la cual solo contadas personas tienen acceso. Los únicos hombres de confianza de Nixon, Haldeman y Ehrlichman, no se percataban ni entendían lo que se desencadenaba a su alrededor. Esto era, que el M16 (el Instituto de Inteligencia Británico), tenía el control sobre toda la información que podía llegar al presidente Nixon.
Con estos métodos, Kissinger se impuso a la presidencia de Nixon y, después de Nixon fuese deshonrado y defenestrado por el grupo de Kissinger, este emergió con poderes enormes, como nunca se había visto antes o después del Watergate. Con la dimisión de Nixon, el Club Bilderberg consiguió tener, por fin, a su presidente en el cargo. Gerald Ford (perteneciente al Club y al CFR), sería la nueva marioneta del Nuevo Orden Mundial movida por Henry Kissinger, agente a su vez de David Rockefeller, al servicio del Club y el Comité de los 300. Poco después de la caída de Nixon, el nuevo presidente Gerald Ford puso su sello de aprobación a la política exterior de Kissinger, convertido ya en Secretario de Estado. Su objetivo era establecer una suerte de Gobierno mundial antes del final de la década de 1970. Mediante la demanda de una estrategia global sobre los alimentos y el petróleo dentro de la estructura de las Naciones Unidas, el presidente firmó su aceptación del nuevo orden internacional, que había estado persiguiendo Kissinger.
Tan fácil como eso fue librarse de un presidente. Tan fácil como eso es la manipulación. Y, aun así, siguen sin haber conseguido todos sus propósitos, aunque nosotros sigamos creyendo que hay hechos casi épicos como el de Watergate, más dignos de la ficción que de la realidad. Aunque la realidad resulta que al final sí fue todo ficción, una conspiración planeada para acabar con quien no cumplía las directrices.
Álvaro Carretero Román.
Según fuentes presentes en las reuniones de Bildergerg durante la década de 1970, el papel del Washington Post consistiría en mantener la atención sobre Nixon con una "revelación" después de otra, creando los factores propicios para engendrar un clima de desconfianza pública hacia el presidente, aun cuando las evidencias fueran totalmente infundadas. El caso Watergate, muestra el inmenso poder que tiene la prensa o los que controlan los medios de comunicación, es decir, el CFR, dirigido por Rockefeller y demás multimillonarios pertenecientes a diversas organizaciones que abogan por la globalización completa. La fabricada crisis del Watergate, acribilló a la presidencia y todas sus instituciones, solo con el objetivo de la formación del Nuevo Orden Mundial. Unos EE.UU. fuertes e independientes con un Jefe de Estado incorruptible habrían hecho irrealizables sus planes.
Algunos de los traidores y conspirantes del Watergante fueron Molton H. Halperin, miembro del CFR y director del Consejo de Planificación Política para la Seguridad Nacional; Daniel Ellsberg, autor de los papeles del Pentágono y David Young, jefe de los famosos "fontaneros" del Gobierno, agentes que trabajaban para la Unidad de Investigaciones Especiales de la Casa Blanca, dirigida por Kissinger con dinero del Pennzoil de Bush. Tras hacerse público el escándalo, Nixon fue obligado a dimitir por causa de unas grabaciones en las que hablaba de frustrar las investigaciones del Watergate. Fue Young quien hizo las grabaciones que fueron reveladas por Butterworth, el vínculo de la Casa Blanca con el servicio secreto dirigido por Kissinger. También James McCord, ex agente de la CIA y el FBI, director de Seguridad del Comité para la Reelección del presidente Nixon, fue responsable de dejar, accidentalmente, la famosa cinta magnetofónica en una puerta del edificio Watergate para que fuera encontrada por un guardia de seguridad.
McCord fue detenido junto con otros cuatro hombres y fueron condenados por seis cargos diferentes. Más tarde, escribiría una carta a John J. Sirica, juez del caso, en la que afirmaba que había cometido perjurio. Las alegaciones de McCord de que la Casa Blanca sabía del allanamiento y que intentó esconderlo, fueron cruciales para que las investigaciones siguiesen adelante. También Joseph Califano, consejero legal de la Convención Nacional Demócrata y uno de los lacayos de la reina de Inglaterra, así como del profesor Noam Chomsky, del Instituto de Estudios Políticos, el cual es diseñado por el Instituto Tavistock, tuvo la misión de extender los ideales del socialismo nihilista de izquierdas como movimiento base en EE.UU. para crear el caos y el malestar.
El Watergate demuestra, de nuevo, que el Club Bilderberg ejerce un control total sobre EE.UU. Faltan dos nombres más en la lista de conspiradores, quienes hicieron estallar el caso Watergate siendo sus principales artífices. El primero es el general Alexander Haig, quien ha tenido una carrera meteórica, ascendiendo puestos sin haber llegado siquiera a un campo de guerra, solo gracias a los servicios prestados a ese gobierno paralelo e invisible. Haig fue encontrado por Califano, quien también había entrevistado a Alfred Baldwin, otro de los espías del Watergate, un mes antes del allanamiento del hotel. La clave para demostrar que el Watergate fue una farsa, la ofrece el propio Califano en un memorándum que escribió sobre su entrevista con Baldwin, donde proporcionaba información sobre McCord, otro de los espías, y por qué este había seleccionado a Baldwin para entrar en el equipo. Además, también contenía todos los detalles sobre las transcripciones de las grabaciones entre Nixon y el comité de reelección, todo ello antes de que ocurriese el allanamiento. Califano nunca ha sido acusado por ello.
En 1983, se conocieron algunos manuales secretos del Instituto Tavistock fueron filtrados. En ellos se detallaba la metodología usada para destruir al presidente Nixon. El procedimiento consistía en aislar a Nixon, rodearlo de traidores y después confundirlo, siguiendo así al pie de la letra el método Tavistock para obetener el control sobre una persona diseñado por el doctor Kurt Lewin. La caída del presidente Nixon solo es un caso "de manual" de la metodología de Lewin. La descripción literal decía: "Una de las principales técnicas para romper la moral a través de una estrategia de terror consiste en mantener a la persona confusa acerca de lo que quiere y lo que puede esperar de las circunstancias. Además, si se le aplican medidas disciplinarias severas y promesas de buen trato al mismo tiempo, junto con noticias contradictorias, la estructura cognitiva de la situación se vuelve todavía más confusa. El sujeto ya no sabe qué plan lo lleva hacia su objetivo o cuál lo aleja de él. Bajo estas condiciones, incluso las personas con unos objetivos muy definidos y dispuestas a correr riesgos, se paralizan por los conflictos internos que sufren acerca de lo que se debe hacer."
Así de exitosas eran las tácticas de terror y lavado de cerebro del Tavistock y así se pudo eliminar a todo un presidente de los EE.UU. Además, los estadounidenses empezaron a creer todas las mentiras, distorsiones y pruebas falsas de los conspiradores cuando, de hecho, el Watergate fue una mentira diabólica de principio a fin. Nixon y sus dos ayudantes más cercanos, Halderman y Ehrlichman, ignoraban absolutamente lo que estaba sucediendo. No eran rivales a la altura de la fuerza combinada del Club Bilderberg, el RIIA y el Instituto Tavistock, bajo la dirección del M16 (aparato de Inteligencia que protege a la familia real británica que cuenta con un presupuesto secreto y sobre el cual, el Parlamento no tiene jurisdicción). Ambos asesores de Nixon se vieron superados. Ni siquiera sabían que Young estaba trabajando "en los sótanos" de la Casa Blanca supervisando las filtraciones.
La confesión de McCord al juez Sirica, debería haber advertido a Nixon de que lo estaban atacando desde dentro. Pero un confundido y paralizado Nixon respondió perfectamente al plan trazado por el Tavistock para romper la moral de una persona siguiendo una estrategia de terror. El general Haig, al que se le dio un curso rápido en el Tavistock, jugó un papel fundamental en la estrategia de confusión y lavado de cerebro del presidente Nixon y, en efecto, fue Kissinger quien dirigió la Casa Blanca durante ese período. El "valiente" reportaje del Washington Post, no fue más que una completa mentira preparada por as fuerzas del Nuevo Orden Mundial. La legendaria fuente "Garganta Profunda", no era sino el mismo Haig. Al equipo de periodistas Woodward y Bernstein, miembros del CFR, les fueron dando toda la información que publicaban. No hubo ninguna investigación ni ningún encuentro secreto. El Washington Post, un importante miembro del comité director del Club Bilderberg y del Comité de los 300, presionaron a Nixon siguiendo a pies juntillas el manual del Instituto Tavistock.
Por la insistencia del RIIA, Haig se hizo con el control del gobierno de EE.UU., la Casa Blanca, después del golde de estado de abril de 1973. Haig colocó en los cien puestos más importantes de Washington a hombres del Instituto Brookings, del Institute of Policy Studies y del CFR, quienes, como él mismo, estaban a las órdenes de un poder extranjero, es decir, a las órdenes de aquellos que habían impuesto los intereses del orden mundial global sobre los de los Estados Unidos de América. La humillación de Nixon fue una lección y una advertencia para el futuro presidente de EE.UU., para que se le quitase de la cabeza que podía desafiar al Gobierno Mundial en la sombra. Kennedy fue brutalmente asesinado "por la misma razón, a la vista de todo el pueblo norteamericano". El propósito de la humillación quedó mucho más claro en el episodio de los Papeles del Pentágono y la subsiguiente designación de Schlesinger (en la comisión de la energía atómica), dentro de la Administración Nixon con el objetivo de detener el desarrollo de la energía atómica. Todo ello eran factores claves para la desindustrialización de Estados Unidos, tal y como planeaban el Club Bilderberg y el Comité de los 300. El desarrollo de este tipo de energía podía acabar con la hegemonía del petróleo y la creencia de el fin y la lucha por los recursos, dejando de ser un recurso las crisis económicas provocadas por estos grupos a su antojo, tal como la de 1991 y la actual.
En la primavera de 1970, William McDermott, del FBI, fue a ver al principal encargado de la seguridad de Rand (el instituto de lavado de cerebro de EE.UU.), Richard Best, para advertirle de que Daniel Ellsberg había, aparentemente, sacado de Rand estudios sobre Vietnam que esta institución había llevado a cabo. En posteriores encuentros con el doctor Henry Rowan, director del Rand (y mejor amigo de Ellsberg, dato desconocido entonces), este les dijo a Best y McDermott que estaba en marcha una investigación del Departamento de Defensa y que por ello recomendaba que el FBI dejase de investigar a Ellsberg. De hecho, no hubo ninguna investigación y Ellsberg continuó copiando documentos hasta que estalló el asunto de los Papeles del Pentágono, golpeando duramente a la Administración Nixon.
El segundo traidor era, por supuesto, Henry Kissinger, consejero de Seguridad Nacional de Nixon. A mediados de la década de 1970, el Club había colocado a Kissinger en la dirección de un pequeño grupo compuesto por James Schlesinger, Alexander Haig y Daniel Ellsberg. Cooperaba con este grupo el Instituto de Estudios Políticos, con Noam Chomsky como principal teórico. Los objetivos de este Instituto vienen dictados por la Mesa Redonda británica y el Instituto Tavistock. Como ya se ha dicho, su principal cometido era crear una izquierda que supusiera un movimiento de base para engendrar conflictos y extender al caos, expandir los "ideales" del socialismo nihilista... y convertirse en el gran "azote" del orden gubernamental y político de EE.UU.como factores claves en su desindustrialización a través de la estrategia del crecimiento cero postindustrial. Cuando Kissinger fue colocado como Consejero de Seguridad Nacional, se puso en marcha junto con Ellsberg y Haig el plan del RIIA de utilizar el Watergate para derrocar a Nixon, quien había desobedecido instrucciones directas del gobierno en la sombra.
En otras palabras, Nixon declaró públicamente que no apoyaba el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), lo cual enfureció a David Rockefeller, una de las principales cabezas pensantes y dominantes.
El GATT se acabaría mostrando más tarde como una auténtica erosión de la soberanía nacional de Estados Unidos y se halla en el proceso de crear una destrucción total social, económica y cultural, tal y como el millonario y miembro del Parlamento Europeo sir James Goldsmith (quien murió repentinamente y no se sabe si de casualidad, o no, tras testificar ante el Comité del Senado de EE.UU.). Es decir, Nixon consiguió mantener la independencia de los países firmantes al no ratificar el tratado. La conspiración llegaba hasta tal punto, que Kissinger y su personal recibían de parte de la RIIA (sociedad secreta que controla la política exterior británica), cualquier información antes que el propio presidente. Incluso, la información sobre la Quinta División del FBI, la más secreta, a la cual solo contadas personas tienen acceso. Los únicos hombres de confianza de Nixon, Haldeman y Ehrlichman, no se percataban ni entendían lo que se desencadenaba a su alrededor. Esto era, que el M16 (el Instituto de Inteligencia Británico), tenía el control sobre toda la información que podía llegar al presidente Nixon.
Con estos métodos, Kissinger se impuso a la presidencia de Nixon y, después de Nixon fuese deshonrado y defenestrado por el grupo de Kissinger, este emergió con poderes enormes, como nunca se había visto antes o después del Watergate. Con la dimisión de Nixon, el Club Bilderberg consiguió tener, por fin, a su presidente en el cargo. Gerald Ford (perteneciente al Club y al CFR), sería la nueva marioneta del Nuevo Orden Mundial movida por Henry Kissinger, agente a su vez de David Rockefeller, al servicio del Club y el Comité de los 300. Poco después de la caída de Nixon, el nuevo presidente Gerald Ford puso su sello de aprobación a la política exterior de Kissinger, convertido ya en Secretario de Estado. Su objetivo era establecer una suerte de Gobierno mundial antes del final de la década de 1970. Mediante la demanda de una estrategia global sobre los alimentos y el petróleo dentro de la estructura de las Naciones Unidas, el presidente firmó su aceptación del nuevo orden internacional, que había estado persiguiendo Kissinger.
Tan fácil como eso fue librarse de un presidente. Tan fácil como eso es la manipulación. Y, aun así, siguen sin haber conseguido todos sus propósitos, aunque nosotros sigamos creyendo que hay hechos casi épicos como el de Watergate, más dignos de la ficción que de la realidad. Aunque la realidad resulta que al final sí fue todo ficción, una conspiración planeada para acabar con quien no cumplía las directrices.
Datos obtenidos de "La verdadera historia del Club Bilderberg", de Daniel Estulin.
Álvaro Carretero Román.