Sueños, la vida está llena de sueños sin cumplir. Pero, por eso son sueños, porque si los alcanzaras, significaría que te has despertado.
Todo el mundo sueña, todo el mundo guarda ese pequeño rincón en su ajetreada cabeza para mantener viva esa llama de un sueño o esa meta inalcanzable e irreal, pero que tan gratos momentos nos hace pasar en soledad cuando imaginamos para nosotros mismos que algún día la logramos. En ese momento, somos felices. Y lo somos por el mero hecho de creernos lo que nos gustaría ser, de hacer lo irrealizable o de tener el objeto de nuestra alegría. Son instantes, pequeños momentos en los que nos sentimos completamente realizados por un período tan corto de tiempo en comparación con lo que hemos vivido y nos queda por vivir, que resulta irrisorio. ¿Pero no lo resultaría también guardar durante años ese deseo de conseguir lo que consideramos imposible para nuestras posibilidades? Tal vez y, sin embargo, todos tenemos uno, un sueño que nos hace felices cuando nos queremos ver inmersos en él dentro de nuestro propio mundo.
Solo unos pocos afortunados pueden luchar por él y, entonces, ese sentimiento onírico se transforma, cambia tu propia vida ofreciendo un nuevo objetivo: alcanzarlo, como si de un proceso de búsqueda de la felicidad se tratara. Pero la felicidad no se alcanza con la consecución de la meta, se va cimentando con el proceso y el camino realizado. Y, una vez lo alcanzas, ¿qué?
Algunos pueden mantenerlo, pero otros simplemente son pasajeros. Una vez se ha logrado, ¿se vive del recuerdo de ese momento? ¿Surge un nuevo sueño por el que intentar luchar o uno que realmente sea imposible? O, peor aún, ¿y si el nuevo sueño fuera repetir ese momento en que se alcanzó el primero?
Preguntas de difícil respuesta para metas casi inabordables. La vida es muy caprichosa en ocasiones. Existen tantos tipos de sueños... y todos diferentes en cada persona. En ocasiones, me gustaría conocer cuál es el verdadero sueño de cada uno; creo que es algo que dice mucho de cada persona. Mirar a alguien a los ojos y que confiese su más secreto deseo, ese que solo se guarda para sí mismo. Pensando detenidamente, creo que ni siquiera conozco el de mis personas más próximas, de aquellos de los cuales conozco sus detalles más personales y, eso, ya es una gran prueba de con cuánto recelo guardamos nuestro sueño, como unos vulgares egoístas, sin querer que nadie sea partícipe de él, de algo tan delicado y propio... de una gran razón de nuestra felicidad momentánea, donde nos refugiamos en cualquier momento, donde dormimos plácidamente y con un sentimiento de satisfacción irrefutable.
Por eso, no alcanzar tu sueño, también es llegar a la gloria. Porque ser feliz sabiendo que nunca vas a optar a aquello que más ansías, es todo un reto y una gran virtud. La vida está llena de sueños sin cumplir y que tampoco se cumplirán. La vida es perfecta precisamente por ello, porque son sueños y, los sueños, son para dormir.
Álvaro Carretero Román.
Todo el mundo sueña, todo el mundo guarda ese pequeño rincón en su ajetreada cabeza para mantener viva esa llama de un sueño o esa meta inalcanzable e irreal, pero que tan gratos momentos nos hace pasar en soledad cuando imaginamos para nosotros mismos que algún día la logramos. En ese momento, somos felices. Y lo somos por el mero hecho de creernos lo que nos gustaría ser, de hacer lo irrealizable o de tener el objeto de nuestra alegría. Son instantes, pequeños momentos en los que nos sentimos completamente realizados por un período tan corto de tiempo en comparación con lo que hemos vivido y nos queda por vivir, que resulta irrisorio. ¿Pero no lo resultaría también guardar durante años ese deseo de conseguir lo que consideramos imposible para nuestras posibilidades? Tal vez y, sin embargo, todos tenemos uno, un sueño que nos hace felices cuando nos queremos ver inmersos en él dentro de nuestro propio mundo.
Solo unos pocos afortunados pueden luchar por él y, entonces, ese sentimiento onírico se transforma, cambia tu propia vida ofreciendo un nuevo objetivo: alcanzarlo, como si de un proceso de búsqueda de la felicidad se tratara. Pero la felicidad no se alcanza con la consecución de la meta, se va cimentando con el proceso y el camino realizado. Y, una vez lo alcanzas, ¿qué?
Algunos pueden mantenerlo, pero otros simplemente son pasajeros. Una vez se ha logrado, ¿se vive del recuerdo de ese momento? ¿Surge un nuevo sueño por el que intentar luchar o uno que realmente sea imposible? O, peor aún, ¿y si el nuevo sueño fuera repetir ese momento en que se alcanzó el primero?
Preguntas de difícil respuesta para metas casi inabordables. La vida es muy caprichosa en ocasiones. Existen tantos tipos de sueños... y todos diferentes en cada persona. En ocasiones, me gustaría conocer cuál es el verdadero sueño de cada uno; creo que es algo que dice mucho de cada persona. Mirar a alguien a los ojos y que confiese su más secreto deseo, ese que solo se guarda para sí mismo. Pensando detenidamente, creo que ni siquiera conozco el de mis personas más próximas, de aquellos de los cuales conozco sus detalles más personales y, eso, ya es una gran prueba de con cuánto recelo guardamos nuestro sueño, como unos vulgares egoístas, sin querer que nadie sea partícipe de él, de algo tan delicado y propio... de una gran razón de nuestra felicidad momentánea, donde nos refugiamos en cualquier momento, donde dormimos plácidamente y con un sentimiento de satisfacción irrefutable.
Por eso, no alcanzar tu sueño, también es llegar a la gloria. Porque ser feliz sabiendo que nunca vas a optar a aquello que más ansías, es todo un reto y una gran virtud. La vida está llena de sueños sin cumplir y que tampoco se cumplirán. La vida es perfecta precisamente por ello, porque son sueños y, los sueños, son para dormir.
Álvaro Carretero Román.
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