Y, especialmente, pensé en la música. Sí, la música. Un arte fantástico, realmente sensacional. Admiro la capacidad para visualizar una melodía de cada compositor, de concordarla en perfecta armonía con la letra y, la letra... letras que nos hacen soñar, perdernos en universos diminutos que duran cerca de cuatro, cinco, seis minutos... para dar paso a un nuevo universo al final del mismo. ¡Qué capacidad de composición! ¡Qué prodigiosas mentes ha dado la Historia en este hermoso arte! Y, sin embargo, como todo lo que tocamos el hombre, lo estamos destrozando. Ritmos y estilos musicales que incitan simplemente a hacernos más estúpidos (no diré cuáles, pues no es mi objetivo entrar en polémicas ni ofender a nadie por sus gustos, cada cual que saque conclusiones), artistas que son monigotes y marionetas colocadas por su figura e impacto mediático en vez de por sus cualidades, productores y agentes que se llevan millones y explotan a sus trabajadores...
Así va el negocio, normal que se quejen. El problema, señores, es que se queja justo quien no debe. Aunque, bien pensado, eso pasa en todos los negocios y en cualquier lugar, siempre es igual. Mientras que quienes más beneficios tienen siguen queriendo más y los otros son quienes siguen luchando por "hacerse un nombre" que se dice, conseguir mejores puestos o, simplemente, ser respetados por el resto. Un ámbito controlado por los grandes magnates del negocio, un auténtico monopolio que, sin poder ser controlado de forma totalitaria, emplea todo su poder mediáticos para ningunear a aquellos que deciden plantarles cara y revelarse contra el sistema que pretende hacer de ellos nuevos títeres que poner en el mercado. Y, como bien expresó George Orwell en su obra 1984, esos artistas son "vaporizados" (eliminados sin dejar rastro de ellos, según el autor), es decir, pretenden arrastrarlos a un abismo mediante el cual su situación se vuelva tan insostenible que no puedan seguir manifestándose con sus letras. Y así, desgraciadamente, han caído muchos artistas. Cuanta menos gente conozca determinado grupo, más difícil será mantenerlo y más fácil será acabar con él. Un proceso sencillo, aparentemente.
Por eso admiro tanto a artistas que siguen peleando contra ellos, que son realmente importantes y son capaces (o lo han sido) de mover auténticas mareas de gente gracias a sus propios pensamientos convertidos en canción.
Canciones que incitan a pensar, que incitan a razonar, rebelarse, caer en la cuenta de la situación actual, canciones que te motivan y te suben el ánimo... La multitud de tipos de canción es tan amplia...
El sistema se ha aliado entre sí tejiendo una red de protección mutua que parece infranqueable para quien no sea partícipe o acepte el mismo. Pero, como todo, y como ya expresé en una entrada anterior, "la perfección es un imposible". Ahí está el fallo, mientras crean que es perfecto, no estarán a salvo, pues siempre existirán personas que sigan luchando para derribarlo y crear uno más justo y equitativo, que no promueva valores basura o tenga por objetivo el dinero en vez de el "el arte por el arte"; que los artistas, en cualquier ámbito que incluya el arte, sean eso, artistas, y no marionetas con una imagen adaptada a la sociedad consumista. Algún día, nosotros seremos más fuertes que ellos. Espero poder ser periodista para entonces para contarlo.
¿Qué quiero decir con todo esto? Pues bien, es sencillo. Quiero decir que si todos ellos se han unido satisfactoria para protegerse unos a otros, ¿por qué los que peleamos contra ellos con el fin de construir un mejor sistema no podemos hacerlo también? ¿Por qué hacemos la guerra cada uno por nuestra cuenta? ¿No nos damos cuenta de que perseguimos los mismos objetivos? La revolución comenzará cuando nos demos cuenta de que somos capaces de hacerla. La música solo es una disciplina más de las tantas que se han visto afectadas por la crisis, no económica, no se confundan, sino de valores, que considero que es bastante más grave que la otra. Sí, las crisis económicas son períodos cíclicos que se repiten en la sociedad capitalista, inevitables, como quien dice pero, en fin, ese problema no nos atañe ahora. ¿Cuánto tardará en desaparecer la crisis de valores o de ética que estamos viviendo desde hace ya tantos años? Por si no se han dado cuenta, se ha agravado, una gran parte de los jóvenes son auténticos "parias" que no tienen conciencia ni de su objetivo en la vida. Eso, es una verdadera desgracia. Son vida humanas, vidas, poco menos que desperdiciadas.
En definitiva, es un triunfo de ese sistema idiotizante al que nos sometemos, no solo la música comercial que promueven, sino los valores de otros ámbitos y un larguísimo etcétera que se combina entre sí formando personas sin capacidad de pensamiento propia. Y, lo peor, es que cada vez se irá agravando más.
Como conclusión, me serviré de George Orwell de nuevo para establecer una reflexión y de la misma obra que en mi anterior ejemplo. "Hasta que no tengan conciencia de su fuerza, no se rebelarán y, hasta después de haberse rebelado, no serán conscientes. Ese es el problema".
Será que me encanta la música, será que me evade, me ayuda a escribir, me da temas sobre los que pensar y profundizar investigando, me hace sentir libre, despierto y soñando al mismo tiempo, me embarca en un universo paralelo como lo haría un buen libro, me motiva, me relaja. Me encanta. Será por eso que también quiero luchar por salvarla, porque tampoco quiero perderla.
Y, por supuesto, no me iré tranquilo hasta no dejar un ejemplo de mis palabras en forma de canción. Disfruten esta oda a la música.
Álvaro Carretero Román.
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