martes, 21 de febrero de 2012

Manifiesto por el cambio

¡Estamos hartos!
Hartos de ver cómo cada nuevo gobierno que se sucede sigue la misma línea de ineficacia que los anteriores. Votamos sí, pero votamos a un compendio de políticos que no distinguen ya entre izquierda o derecha, donde se presentan un cada vez mayor número de grupos a las elecciones, pero ninguno de ellos es capaz de mantener una ideología distinta que proponga cambios reales. Distintos partidos, misma política centrista.
Entonces, ¿cómo saldremos de esta?, ¿cómo podemos garantizar una fuerza mayoritaria que realmente represente al pueblo, no solo con la mayoría de votos (pues a alguno habrá que elegir), sino con sus acciones? Nos escudamos en que estamos viviendo tiempos convulsos y difíciles, que las medidas de represión y de recorte de libertades y ayudas del Estado de bienestar son necesarias, pero útiles, a la larga. No me lo creo, nunca me lo he creído y, mientras nos sigan intentando colar ese cuento chino, tampoco dejaré de luchar para que nadie se lo crea. ¡Es mentira!
La crisis, se sabía desde hace años que podía pasar, pero nadie tomó las medidas preventivas para paliarla, el Estado de bienestar se sabía desde el principio que con el ritmo de crecimiento que la población tiene actualmente, añadido al envejecimiento y la mayor esperanza de vida podría necesitar un cambio de orientación para mantener su efectividad, aunque jamás sería viable que por este motivo llegara a desaparecer ni a empeorar sus prestaciones, pero tampoco nadie se preocupó en mirar a ese futuro inmediato, dejando un legado envenenado que se han ido pasando como herencia unos políticos a otros a lo largo de los años. Toman medidas para los problemas del momento, salvándose el culo propio, hablando mal y pronto, para poder mirarse ante los ojos de la Historia como un político al que no le estallaron los problemas porque supo ocultarlos a la perfección. Pero, los problemas, cuando solo se ocultan sin solucionarlos, estallan en algún momento.
Todos seguirán haciendo lo mismo; hemos llegado a un punto, en el que prácticamente no creemos en política y, eso, es muy peligroso. No tenemos fe en aquellos que nos representan, ni en los que podrían hacerlo, simplemente nos relegamos a una situación de pasividad contemplativa observando cómo nuestro mundo se viene abajo después de generaciones de ineptitud. Porque eso, sí que se han encargado de hacerlo a la perfección, crear una generación de cabezas huecas de pensamiento, de pasivos receptores que se preocupan más por una victoria de su equipo de fútbol que por la muerte de miles de personas a kilómetros de su casa, que aceptan la violencia y las situaciones críticas igual que si les estuvieran contando el cuento de los tres cerditos. Pues su casa también será derrumbada algún día.
¡Debemos levantarnos! En la Historia, con situaciones menos complicadas, ya se habían sucedido una serie de revueltas que bien pudieron cambiar el curso de los acontecimientos. Si los dirigentes actuales no nos representan (ni nos escuchan), entonces usemos su sistema. Pongámoles en jaque, reivindiquemos nuestras ideas y obliguémoles a escuchar cuando se vean en una situación tan insostenible como la que vivimos en la actualidad. Pero bien, no estoy hablando de España ni de sus gobernantes, ellos, si nos paramos a pensarlo, no pintan nada en el panorama internacional. Son una serie de diez o quince personas quienes han pretendido desde muchos años atrás controlar a los miles de millones que poblamos la tierra. La Guerra Fría nunca terminó del todo, pues hoy seguimos viviendo una de sus más temibles consecuencias, la cual puede desembocar de nuevo en un conflicto de grandes dimensiones y, esa consecuencia es, sin duda, la carrera por las influencias. ¡Eso es lo que mueve el mundo! Un reducidísimo número de personas que han alcanzado tanto poder, que se ven capaces de controlar al resto a placer y, en España, no somos más que un títere más al que utilizar. La carrera de influencias continúa: EE.UU. lleva años intentando controlar Oriente Medio y Próximo y diversas regiones de África, China ha extendido una red de mercado tal, que puede ejercer una enorme presión en la toma de decisiones de otros países mediante el chantaje y, Europa... ¿acaso alguien piensa que la Unión Europea se creó por la buena fe de sus integrantes o que las ampliaciones se realizaron simplemente porque querían que toda Europa tuviera un crecimiento sostenido y no estuviera en la miseria? ¡NO! La UE ampliaba sus fronteras porque se veía atrapada y diezmada en la carrera de influencias, ya no eran grandes imperios, ya no había colonias repartidas por el mundo, ya no eran potencias económicas que pudieran adquirir nuevos territorios estratégicos. Su supervivencia en el mundo se basaba en la adhesión de nuevos territorios europeos para intentar formar un bloque capaz de competir con las otras potencias y que los antiguos países soviéticos no cayeran de nuevo en la red de otra potencia que pudiera ofrecerles mejores recursos.
¡Ese es el problema! El sistema está quebrando por la corrupción, la ineptitud, la ineficacia y el sometimiento a una serie de personas que mueven todos los hilos. Si España intenta tomar una medida que se salga de los trazos programados, es inmediatamente evaluada por los dirigentes europeos, quienes "recomendarán", más bien obligarán, a España a rectificar bajo un sistema de presión y chantajes. La globalización ha sido una de las jugadas más astutas jamás realizadas en esta interminable partida de ajedrez. La hemos aceptado como algo beneficioso (sin duda, lo es en muchos ámbitos), pero se ha ocultado su verdadero y oscuro propósito, cual era poder tener esas influencias vitales para una serie de territorios y poder controlarlas sin ser cuestionadas e, incluso, sin ser visible para los propios dirigentes controlados. Mientras este sistema siga vigente, tendremos un serio problema para tomar medidas efectivas, pues a nadie le interesa tener una oveja negra en su rebaño y, hoy por hoy, una oveja aislada y repudiada es una golosina muy dulce para cualquiera que busque experimentar. El aislamiento y el vacío político tendrían como consecuencia no poder acceder a una serie de productos básicos en la sociedad actual, no tener sistemas efectivos de mediación y un largo etcétera con miles de aspectos más. Ahí está el trasfondo de la globalización. Un sistema perfecto, en el que es muy fácil entrar, pero imposible abandonar.
Por eso, yo digo, ¡nuestro problema no son los dirigentes de España, ellos son solo el primer escollo! Están encorsetados en una serie de medidas y una compleja red de influencias de la cual no pueden salir sin dar el paso que le marcan. Parecerá utópico, imposible o cosa de locos, pero debemos hacer quebrar dicho sistema, solo así, podremos empezar a recuperar la estabilidad. Desde pequeños, aprendemos a reconocer los errores y rectificar, pero por lo que parece, a medida que crecemos se nos olvida el significado de una frase tan importante. La Unión Europea es el error (al menos, en el caso que nos atañe, cual es nuestro propio país). No tengo ni la más mínima idea sobre política y no pretendo sentar unas ideas que, muy posiblemente, estén mal fundadas o equivocadas, pero sí pretendo que cada uno de nosotros tome conciencia y reflexione personalmente, saque sus propias conclusiones sobre este tema que estoy tratando y tome decisiones consecuentes con ellas. Hay que sentar las bases del cambio, cada uno las suyas propias que le lleven a movilizarse, que le den un objetivo y una causa.
Parece, que una vez te asientas en el poder, asumir y rectificar los errores se antoja demasiado difícil por la creencia (no se si mal fundada o no) de que eso te hace ser débil y perder esas influencias que se han ido ganando a lo largo de los años. Porque, al final, todo se basa en lo mismo, las influencias, porque todas las acciones se realizan para no fracasar en ese aspecto. A mi parecer, la Unión Europea es el error y, aunque realmente fue un sistema efectivo, su propósito no creo que fuera realizar tantas ampliaciones (y con esto no quiero discriminar a ningún país), sino que estaba pensada para un grupo muy reducido, donde entonces, sí podría seguir siendo eficaz.
Mientras sigamos manteniendo este sistema, no nos recuperaremos, mientras no miremos al pasado y busquemos las causas que han provocado esta crisis del sistema, no lo arreglaremos, mientras sigamos confiando en quién sabe qué personas para el dominio del mundo, no sabremos ante lo que nos enfrentamos. ¡Aprendan y rectifiquen los errores, dirigentes, no los escurran a la siguiente hornada de políticos sin ideas para que los agraven!
Puede, y con esto finalizaré y realizaré mis dos reflexiones personales, que el sistema ya no sea válido. El capitalismo y el comunismo, por escoger un par de ejemplos recientes, no surgieron por obra divina y ni de la noche a la mañana debajo de una piedra. Son sistemas creados por personas inteligentes, personas con ideas y capacidad de innovación. Independientemente de la corriente en la que nos enmarquemos, debemos reconocer la brillante genialidad de todos los que contribuyeron a su formación, pues crearon dos sistemas hasta entonces inexistentes, que cambiaron el curso de la Historia. Y, pregunto, ¿nos hemos vuelto tan pasivos y sumamente idiotas que nuestra generación no sería capaz de crear un nuevo sistema, tal como hicieron Marx, Smith y otros grandes pensadores? Puede, y solo es mi humilde opinión, que sea el sistema lo que debe ser cambiado. Puede, que tengamos la ingente necesidad de un nuevo sistema, tal y como se tenía entonces cuando se asumieron esos dos en el siglo XX.
Y, esto, me lleva necesariamente a mi segunda reflexión. En nosotros están puestas las esperanzas del cambio, en las personas con la capacidad de pensamiento, de lucha y de rebeldía que buscarán un cambio que suponga un sistema justo y equitativo con todos, un sistema que marque un hito en la Historia y, los españoles, no somos ni mejores ni peores que nadie, da igual suecos, franceses, británicos, chinos que estadounidenses, tenemos tanto potencial como cualquiera de ellos, solo debemos saber explotarlo. Puede que sea nuestro momento, cuando todos están obcecados en solventar este sistema, nosotros podríamos buscar una solución radicalmente distinta creando otro.
Y, si no se han convencido, por favor, lean a George Orwell, lean 1984 o Rebelión en la granja, pero en especial, esta primera obra. Será nuestra insignia, nuestra bandera, el símbolo de la nueva revolución hacia el cambio. Léanlo, porque, de verdad, se darán cuenta de lo que supone un sistema que todo lo controla, un sistema invisible pero presente y a lo que nos podemos ver abocados en un futuro. Deténganse con cada profunda reflexión que el autor escribe y saquen sus propias conclusiones. De verdad, merece la pena invertir una pequeña cantidad de su tiempo en leer esa obra de arte, no quedarán indiferentes y, puede, y solo puede, que entiendan un poco mejor (y no digo que estén de acuerdo) mi manifiesto por el cambio.

Álvaro Carretero Román.

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